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Se dice que la natación es una de las actividades más saludables, pero lo cierto es que es una práctica deportiva antinatural para la mecánica humana.

Nosotros estamos diseñados para caminar, no para nadar, por lo tanto necesitamos un proceso de aprendizaje técnico de los gestos motrices para podernos desenvolver en el agua, no sólo por rendimiento sino para evitar alteraciones y desequilibrios musculares.

En la natación las mujeres se acercan más al rendimiento deportivo que los hombres debido a las características mecánicas y composición corporal de esta. El bajo peso óseo, unido a la mayor cantidad de grasa corporal, mejoran la flotabilidad y avance en el medio acuático.

La natación aporta enormes beneficios en casos de retención de líquidos y retorno venoso, embarazo, celulitis y por supuesto, para perder peso ya que moviliza todo el cuerpo. Sin embargo, no es tan recomendable en casos de escoliosis o la osteoporosis, ya que pueden agravar la situación debido a que la ligereza del agua no permite la estimulación del hueso.

Las mujeres deben tener cuidado con el estilo braza. Cualquier movimiento que disponga la rodilla en x, debilitará mecánicamente esta articulación, generando patologías en la articulación del fémur con la rótula.

En el caso de la escoliosis, una técnica incorrecta podría acentuar los desequilibrios musculares ya existentes. 

Sí existen ejercicios acuáticos, pero deben estar específicamente diseñados.

Durante el embarazo, la natación es una buena práctica deportiva, lo único que no es recomendable realizarlo en las últimas 6 semanas por el riesgo de infecciones.